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Las luchas de clases en Francia, 1848 a 1850 fue un conjunto de artículos escritos por Karl Marx para el periódico Neue Rheinische Zeitung en 1850. Los trabajos fueron recopilados y reeditados en 1895 por Friedrich Engels[1].
En estos trabajos, Marx analiza las cuestiones de clase y las relaciones económicas que impulsaron las revueltas sociales y políticas que tuvieron lugar en Francia en 1848. Se centra ampliamente en el argumento de que el conflicto no era entre el proletariado y la burguesía, sino entre diferentes facciones dentro de la burguesía. En concreto, identifica los conflictos entre la burguesía industrial, cuya riqueza e ingresos dependen de la producción y venta de bienes; y la burguesía financiera, a la que identifica como banqueros y especuladores bursátiles[2].
Una contribución a la crítica de la economía política pdf
La presente obra fue escrita cuando los acontecimientos analizados estaban aún en curso. Es, como dice Federico Engels, «el primer intento de Marx, con la ayuda de su concepción materialista, de explicar una parte de la historia contemporánea a partir de la situación económica dada.» La obra ha sido considerada durante mucho tiempo como una clase de materialismo histórico aplicado a los acontecimientos actuales, habiendo resistido
La presente obra fue escrita cuando los acontecimientos analizados estaban aún en curso. Es, como dice Federico Engels, «el primer intento de Marx, con la ayuda de su concepción materialista, de explicar una parte de la historia contemporánea a partir de la situación económica dada.» La obra ha sido considerada durante mucho tiempo como una clase de materialismo histórico aplicado a la actualidad, habiendo resistido la prueba de análisis posteriores más completos. Esta edición incluye íntegramente el famoso prefacio de Engels de 1895, en el que evaluaba la estrategia y la táctica socialista de los cincuenta años anteriores.Portada: De una litografía de H. Daumier que simboliza a los reaccionarios de la época.
La lucha de clases en Francia pdf
Después de la Revolución de Julio, cuando el banquero liberal Laffitte condujo en triunfo a su compañero, el duque de Orleans, al Hotel de Ville, dejó caer las palabras: «A partir de ahora los banqueros gobernarán». Laffitte había traicionado el secreto de la revolución.
No era la burguesía francesa la que gobernaba bajo Luis Felipe, sino una facción de ella: los banqueros, los reyes de la bolsa, los reyes del ferrocarril, los propietarios de las minas de carbón y hierro y de los bosques, una parte de los propietarios de tierras asociados a ellos: la llamada aristocracia financiera. Se sentaba en el trono, dictaba las leyes en las Cámaras, se repartía los cargos públicos, desde las carteras de los gabinetes hasta los puestos de la oficina de tabaco.
La burguesía industrial propiamente dicha formaba parte de la oposición oficial, es decir, sólo estaba representada como minoría en las Cámaras. Su oposición se expresaba tanto más decididamente cuanto más inalterable era la autocracia de la aristocracia financiera, y cuanto más imaginaba que su dominio sobre la clase obrera estaba asegurado después de las revueltas de 1832, 1834 y 1839, que se habían ahogado en sangre. Grandin, un fabricante de Rouen y el instrumento más fanático de la reacción burguesa tanto en la Constituyente como en la Asamblea Nacional Legislativa, fue el opositor más violento de Guizot en la Cámara de Diputados. Leon Faucher, más tarde conocido por sus impotentes esfuerzos por ascender a la prominencia como el Guizot de la contrarrevolución francesa, en los últimos días de Luis Felipe libró una guerra de la pluma por la industria contra la especulación y su portador de trenes, el gobierno. Bastiat agitó en nombre de Burdeos y de toda la Francia vinícola contra el sistema imperante.
Francia 1891
Esta obra recién reeditada fue el primer intento de Marx, con ayuda de su concepción materialista, de explicar una parte de la historia contemporánea a partir de la situación económica dada. En El Manifiesto Comunista, la teoría se aplicaba a grandes rasgos a toda la historia moderna, mientras que en los artículos de Marx y míos en la Neue Rheinische Zeitung, se utilizaba constantemente para interpretar los acontecimientos políticos del momento. Aquí, en cambio, se trataba de demostrar la conexión causal interna en el curso de un desarrollo que se extendía a lo largo de algunos años, un desarrollo tan crítico, para toda Europa, como típico; es decir, de acuerdo con la concepción del autor, remontar los acontecimientos políticos a los efectos de lo que son, en última instancia, causas económicas.
Es evidente que este olvido inevitable de los cambios contemporáneos en la situación económica, de la base misma de todos los procedimientos sujetos a examen, debe ser una fuente de error. Pero todas las condiciones de una presentación completa de la historia del día implican inevitablemente fuentes de error, lo que, sin embargo, no impide a nadie escribir la historia contemporánea.