Lo que leímos en 2021, Feat. Mi hermano – Parte 1
Para empezar me gustaría hablar de algo que me ha encantado. A lo largo del tiempo que hemos estado en contacto, además de las conversaciones individuales con muchos de ustedes y algunos encuentros casuales, he recibido varias cartas, algunas de las cuales contienen preguntas; otras expresan un punto de vista sobre algo que yo haya dicho aquí. Esto es muy conmovedor, y quiero expresar públicamente mi gratitud, porque es una muestra de confianza en mí y, sobre todo, una muestra de amistad. Cada una de esas cartas tiene un propósito, señala un camino o a veces hace preguntas sobre uno. No quiero ignorar esto porque me parece una continuación inmediata de lo que ocurre aquí entre nosotros una vez a la semana que luego continúa en otros niveles. Para mí es muy bonito, y en todo caso muy útil, porque me permite ver en algunos de vuestros mundos personales y vivir y sentir más plenamente lo que he venido a decir aquí.
En algunas de las cartas también hay críticas, y quizás sean las mejores. Me gustaría aclarar una cosa que es el origen de una crítica muy amable y educada que recibí en una carta de alguien. Se trataba de algo que había dicho sobre la fantasía y la imaginación en respuesta a una pregunta. Parece que no respondí con suficiente amplitud, y probablemente tampoco con suficiente claridad. La persona que me escribió esa carta pensaba que yo tendía a ver la fantasía y la imaginación de un escritor como algo secundario, un accesorio. Tengo la impresión de que quienes han escuchado todas mis clases anteriores deben pensar -como yo- que es exactamente lo contrario. Creo que el arma más básica de un escritor de ficción no es su tema, ni siquiera cómo escribe sobre él, sea mejor o peor, sino esa capacidad, esa forma de ser que determina su dedicación a la ficción y no, por ejemplo, a la química; éste es el elemento básico y dominante en cualquier literatura a lo largo de la historia de la humanidad.
Proyecto de RV de «La Noche» de Julio Cortázar
Una clase magistral del estimulante escritor Julio Cortázar «Quiero que sepan que no soy un crítico ni un teórico, lo que significa que en mi obra busco soluciones a medida que surgen los problemas». Así comienza la primera de las ocho clases que el gran escritor argentino Julio Cortázar impartió en la UC Berkeley en 1980. Estas «clases» son tanto reflexiones sobre la propia trayectoria de Cortázar como sobre la literatura y el momento histórico que le tocó vivir. Abarcando temas como «el camino del escritor» («mientras mi visión estética del mundo me hacía admirar a escritores como Borges, pude abrir los ojos al lenguaje de la jerga callejera, el lunfardo…») y «lo fantástico» («sin saberlo, lo fantástico se había vuelto tan aceptable, tan posible y real, como el hecho de comer sopa a las ocho de la tarde»), Clase de Literatura proporciona la experiencia cálida y personal de sentarse en una habitación con el gran autor. Como dijo Joaquín Marco en El Cultural, «explorar este curso es sumergirse en Cortázar diseñando sus propias creaciones…. ¡Imprescindible para cualquiera que lea o estudie a Cortázar, cronopio o no!»
Simulacro de Julio Cortázar || Resumen
Julio Cortázar (1914-1984) fue un escritor argentino que nació en Bélgica, creció en Argentina y posteriormente pasó la mayor parte de su vida en Francia. Su obra literaria se centra en la poesía y los relatos cortos que a menudo tratan elementos de fantasía. Cortázar fue también muy activo en sus opiniones políticas. Se opuso ferozmente al gobierno de Juan Perón, por lo que estuvo un tiempo en prisión. Sus opiniones antiperonistas le llevaron a trasladarse a París en 1951. Más tarde, en 1981, adquirió la nacionalidad francesa. El escritor también ejerció como traductor, trabajando para la UNESCO y traduciendo al español obras clásicas de ficción como Robinson Crusoe y muchos de los cuentos de Edgar Allan Poe.
Comentarios
Cortázar adopta un punto de vista diferente, ya que cree que es posible subvertir las hegemonías del lenguaje mediante el cuestionamiento y el distanciamiento, mediante el rechazo de la sabiduría recibida y los tópicos conocidos. El lenguaje debe ser examinado antes de ser utilizado; Cortázar, en una extensa paráfrasis de su novela Rayuela, dice: «[T]enemos en cuenta la posibilidad de que [el lenguaje] nos engañe, es decir, que estemos convencidos de que pensamos por nosotros mismos cuando en realidad el lenguaje está pensando por nosotros, utilizando estereotipos y fórmulas que vienen del fondo del tiempo y que podrían estar completamente podridos…» Aunque la eficacia del planteamiento de Cortázar está por ver, la propia Clase de Literatura funciona como una experiencia interesante y, por utilizar la palabra de Cortázar, lúdica, que pone a prueba algunas de sus ideas.
Como transcripción glorificada de diálogos grabados, algunos de los cuales faltan y otros presentan un audio oscurecido, Clase de Literatura descentra la voz de Cortázar y rechaza la idea del texto como un objeto totalmente cerrado. Se hace referencia a conversaciones y acontecimientos no escuchados de los que el lector no puede ser partícipe; las preguntas y respuestas se infieren o se eluden por completo; y las voces de los alumnos se interponen en todo el texto. La forma del texto subvierte y socava la autoridad de la conferencia como método de pontificación, como lugar de autoridad. Aunque se publicó casi treinta años después de la muerte de Cortázar, está en plena consonancia con el espíritu de la obra que pretendía publicar, plasmado en su esperanza de que Rayuela tuviera no sólo un lector, sino un «lector cómplice», un lector que ha «entablado una dialéctica muy activa e importante entre el lector y el libro».